Los fiscales tienen un enorme poder para influir en la vida de millones de personas, sus familias y comunidades enteras. Si se acusa a alguien de un delito, es el fiscal -no la policía- quien tiene la única potestad de decidir si se presentan cargos penales y la gravedad de los mismos. Ellos son los únicos que deciden quiénes merecen una condena de cárcel o prisión y quiénes, en cambio, serán enviados a un programa de desvío para ayudarles a reconstruir su vida o a que se les retiren los cargos.
En California, tenemos 58 fiscales elegidos, cada uno de los cuales representa a uno de nuestros 58 condados. Nuestro trabajo consiste en elegir a un fiscal que se comprometa a buscar la justicia en los casos penales, a trabajar para prevenir la delincuencia y a servir de líder en las diversas comunidades que representa.
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